Hagamos pequeño experimento. Pensad cinco películas que hayáis visto recientemente en las que la protagonista sea una mujer. Ahora mencionad el nombre de cinco directoras. Con un poco de suerte, habréis podido encontrar las respuestas en poco tiempo. Si, por el contrario, habéis tardado demasiado o sencillamente no se os ocurren, tendremos otra prueba más de lo evidente: a pesar de que nos encontramos en el año 2012, la visibilidad de las mujeres en el mundo del cine deja mucho que desear.
Un informe de la Universidad de San Diego ha vuelto a poner recientemente el tema de la diferencia entre hombres y mujeres encima de la mesa. La publicación, llamada It's a Man's (Celluloid) World, ha analizado las 100 películas más taquilleras en los Estados Unidos del 2011, llegando a la conclusión de que las mujeres han estado “dramáticamente infra-representadas”. El dato más chocante es que en sólo el 11% de los casos una mujer ha sido la “protagonista claramente identificable” de un film, frente al 78% de las veces en las que los hombres se han hecho con el rol principal (el porcentaje restante, un 11%, se refiere a un protagonismo compartido entre ambos sexos). Además, el informe revela que los hombres son los que habitualmente acaparan los papeles de líderes y que las mujeres suelen representar a personajes más jóvenes. Unos resultados que tal vez pasarían desapercibidos si no los viésemos reflejados en cifras. Estamos acostumbrados a ver una y otra vez a las mujeres representando los mismos roles en la gran pantalla y, en bastantes ocasiones, que una mujer sea la protagonista de una película incluye a la obra automáticamente en esa categoría del imaginario colectivo llamada “cine de chicas”. Un ejemplo de ello son las denominadas “comedias románticas”, donde hay un alto índice de protagonistas femeninas.
La huella de los prejuicios
Por supuesto, hay excepciones. Uno de los fenómenos del año pasado fue La boda de mi mejor amiga, dirigida por Paul Feig. Kristen Wiig encabezaba un reparto predominantemente femenino, que rompía estereotipos y dejó constancia de que las mujeres también pueden hacer comedia que guste a ambos sexos. El film llevaba el sello de Judd Apatow, quien también está detrás de largometrajes que normalmente muestran el punto de vista masculino (Superfumados, Virgen a los 40, Paso de ti). Por ello, cuando los medios de comunicación se hicieron eco del éxito de La boda de mi mejor amiga no dudaron en interrogar a Apatow sobre la relación entre las mujeres y la comedia. “Nunca he entendido por qué hay duda sobre si las mujeres son tan graciosas como los hombres”, declaró en la CNN, mientras que en una entrevista para The New York Times afirmó que él “no distingue entre comedias para un sexo o para otro, sino que sólo entre las divertidas y las que no lo son”. Respuestas que a priori son obvias, pero que parecen oponerse a gran parte de la cultura cinematográfica que poseen los espectadores.
Y si en el terreno de la comedia hay unos prejuicios evidentes, en las películas de acción es donde la desigualdad alcanza su máximo exponente. O al menos, hasta ahora. La película Los Juegos del Hambre ha traído esperanzas al sector de ver más películas de este género protagonizadas por mujeres. El film, que no ha parado de romper récords en la taquilla, está basado en la novela homónima de Suzanne Collins y Katniss (Jennifer Lawrence), su protagonista, podría abrir las puertas a más roles de heroínas. Josh Whedon, director y guionista de Los Vengadores, es una de las voces que han apoyado esta teoría: “Los estudios siempre dicen: “Una mujer no puede encabezar una película de acción”. Después de Los Juegos del Hambre puede que no lo digan tanto. Pienses lo que pienses sobre la película, ha prestado un gran servicio”, afirmaba en una entrevista a Entertainment Weekly. En ella también resaltaba el impacto que podría tener en este sentido su película, en la que encontramos a Scarlett Johansson interpretando a la Viuda Negra. La propia actriz reconocía que todavía hay que estar “luchando contra la marea” porque se han rodado una gran cantidad de películas de superheroínas que, simplemente, no están bien hechas.
Directoras invisibles
Detrás de las cámaras la situación no es, ni mucho menos, mejor. La escasa visibilidad de las directoras es alarmante y se refleja con más énfasis en los grandes eventos cinematográficos. En el año 2010, Kathryn Bigelow hizo historia al convertirse en la primera directora en ganar el Oscar, gracias a su película En tierra hostil. A lo largo de más de 80 ediciones, sólo otras tres mujeres más habían conseguido estar nominadas en la categoría de Mejor dirección (Sofía Coppola, Jane Campion y Lina Wertmüller). A pesar de que ella intenta dejar claro que se ve como una cineasta, y no como una mujer-cineasta, Bigelow todavía no se ha deshecho de la etiqueta de “directora que hace cine masculino”, debido a la temática de sus películas. En España, a estas alturas también sigue habiendo “pioneras”. Sin ir más lejos, este año Josefina Molina se ha convertido en la primera directora en obtener un Goya honorífico, premio que ya habían recibido previamente muchos de sus compañeros, como José María Forqué, Juan Antonio Bardem o Mario Camus.
Méritos que, aunque son trascendentales, pierden brillo al contrastarlos con los desoladores datos del estudio (también de la Universidad de San Diego) que demuestra que sólo el 5% de los directores de las películas más taquilleras durante el 2011 son mujeres. Y lo que es peor, este porcentaje no ha parado de descender: en 1998 el número de directoras doblaba a la cifra actual. De la misma forma, hace unos meses Icíar Bollaín y Gracia Querejeta mostraron en el Festival de Cine de Cuenca “Mujeres en dirección” su preocupación por la progresiva desaparición de las mujeres en la profesión y en las escuelas de cine.
A pesar de que existen iniciativas que tratan de paliar estas diferencias, está claro que la industria cinematográfica tiene todavía muchas tareas pendientes, y las mujeres, tanto delante como detrás de las cámaras, muchas barreras por romper. Para finalizar, aquí dejamos una reveladora última pregunta: ¿Sabéis cuál es el número de películas de la Sección Oficial de Cannes de la pasada edición dirigidas por una mujer? Cero.
Publicado en: www.puntoencuentrocomplutense.es
29 de junio de 2012
27 de junio de 2012
'Moonrise Kingdom': El verano de la inocencia
La nueva obra de Wes Anderson llega a nuestras pantallas para demostrarnos que las buenas críticas que cosechó en el Festival de Cannes, en la que fue película inaugural, no fueron gratuitas. En esta ocasión, el original cineasta nos lleva a un escenario veraniego con aire vintage en el que una joven pareja de preadolescentes pondrá patas arriba la monotonía de la isla en la que viven.
"Moonrise Kingdom" pretende, como ha explicado su propio director, reflejar cómo es el amor (o lo que se cree que es el amor) en la infancia. El guión, escrito a cuatro manos entre el propio Anderson y Roman Coppola, consigue dar en el clavo para mostrar la inocencia de los primeros amores, sin las complicaciones del mundo de los adultos y con unas prioridades bastantes más claras. Como suele ser habitual, las tornas se vuelven y nos encontramos en un mundo en el que los niños se muestran maduros y se comportan como lo haría un adulto y los adultos son impulsivos y actúan como niños. Todos ellos, tanto grandes como pequeños, crean un amplio rango de personajes variopintos y, sobre todo, muy divertidos. Entre el reparto encontramos al actor fetiche por excelencia del director (con el permiso de Owen Wilson), Bill Murray. En esta ocasión pasa bastante desapercibido en su correcto pero algo arrinconado papel. Los roles de Bruce Willis y Frances McDormand son los que se contraponen con la pareja de niños protagonista y nos muestran ese contraste entre el amor en la infancia y el amor en la madurez. Mención aparte merece Edward Norton, hilarante como cabecilla de los Boy Scouts. En cuanto a los niños, se agradece su naturalidad a la hora de actuar, tanto por parte de los dos actores principales, Kara Hayward y Jared Gilman, como de aquellos que realizan papeles secundarios.
Los gags están perfectamente medidos, con un humor que sigue la línea habitual de Anderson. Se consigue el equilibrio perfecto entre la ternura de la infancia y aspectos más cómicos, añadiendo pequeñas (y efectivas) dosis de surrealismo como hilo conductor. Una capa exterior que oculta un contrapunto amargo, la situación de rechazo y abandono que sufren los niños protagonistas y que son la semilla de su rebeldía. El ritmo se mantiene de principio a fin y la película no decae en ningún momento. El film acaba transmitiendo las mismas sensaciones que el verano que muestra en pantalla: es luminoso, agradable, hace que el tiempo se nos pase volando, cuando termina nos deja con ganas de más y cuando lo recordamos, lo hacemos con una sonrisa.
Los seguidores de Anderson no saldrán decepcionados con la que posiblemente sea la mejor obra del director. Todo un soplo de aire fresco en la taquilla, que se convierte en el primer estreno imprescindible de este verano.
Publicado en www.puntoencuentrocomplutense.es
"Moonrise Kingdom" pretende, como ha explicado su propio director, reflejar cómo es el amor (o lo que se cree que es el amor) en la infancia. El guión, escrito a cuatro manos entre el propio Anderson y Roman Coppola, consigue dar en el clavo para mostrar la inocencia de los primeros amores, sin las complicaciones del mundo de los adultos y con unas prioridades bastantes más claras. Como suele ser habitual, las tornas se vuelven y nos encontramos en un mundo en el que los niños se muestran maduros y se comportan como lo haría un adulto y los adultos son impulsivos y actúan como niños. Todos ellos, tanto grandes como pequeños, crean un amplio rango de personajes variopintos y, sobre todo, muy divertidos. Entre el reparto encontramos al actor fetiche por excelencia del director (con el permiso de Owen Wilson), Bill Murray. En esta ocasión pasa bastante desapercibido en su correcto pero algo arrinconado papel. Los roles de Bruce Willis y Frances McDormand son los que se contraponen con la pareja de niños protagonista y nos muestran ese contraste entre el amor en la infancia y el amor en la madurez. Mención aparte merece Edward Norton, hilarante como cabecilla de los Boy Scouts. En cuanto a los niños, se agradece su naturalidad a la hora de actuar, tanto por parte de los dos actores principales, Kara Hayward y Jared Gilman, como de aquellos que realizan papeles secundarios.
Los gags están perfectamente medidos, con un humor que sigue la línea habitual de Anderson. Se consigue el equilibrio perfecto entre la ternura de la infancia y aspectos más cómicos, añadiendo pequeñas (y efectivas) dosis de surrealismo como hilo conductor. Una capa exterior que oculta un contrapunto amargo, la situación de rechazo y abandono que sufren los niños protagonistas y que son la semilla de su rebeldía. El ritmo se mantiene de principio a fin y la película no decae en ningún momento. El film acaba transmitiendo las mismas sensaciones que el verano que muestra en pantalla: es luminoso, agradable, hace que el tiempo se nos pase volando, cuando termina nos deja con ganas de más y cuando lo recordamos, lo hacemos con una sonrisa.
Los seguidores de Anderson no saldrán decepcionados con la que posiblemente sea la mejor obra del director. Todo un soplo de aire fresco en la taquilla, que se convierte en el primer estreno imprescindible de este verano.
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