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19 de septiembre de 2011

'Con faldas y a lo loco': Nobody's perfect

¿Qué es lo que hace que una película sea nuestra favorita? Puede que lo que diferencie a nuestra película preferida de las demás sean sus actores o el director. Quizá sea el mensaje que lleva en su interior, su filosofía. O que la hayamos visto en un momento de nuestra vida en la que estuviésemos pasando por algo semejante. Puede que nos recuerde a algo o a alguien. A lo mejor, ni siquiera tenemos una.

Hasta hace relativamente poco (no llega a los tres años) no tenía una sola película favorita. Tampoco (y esto no lo digo con orgullo) había visto muchas película que tuviese más años que yo, aproximadamente. Pero llegó está película y cambió mi pequeño mundo cinematográfico. Después del título del post, es fácil adivinar cuál es. Estoy hablando de “Con faldas y a lo loco” (Billy Wilder, 1959). Hace poco me han preguntado por qué es mi favorita. Y aquí está el porqué.


1. La primera razón es su director, Billy Wilder, que también firma el guión, junto a I.A.L Diamond. Ambos trabajaron juntos en varias películas dirigidas por el propio Wilder, como “Un, dos, tres”, “El apartamento”, o “Primera plana”.

2. La segunda razón, relacionada con la anterior, es que con esta película podemos hablar de COMEDIA, así, con mayúsculas. Este film, como otros de Wilder, está basado en un guión sólido, lleno de detalles ingeniosos y humorísticos. Hoy en día la comedia está infravalorada; es considerada como un género menor. ¿Os imagináis que el premio Oscar a “Mejor película” se lo llevara una comedia? Impensable, ¿verdad? Y esto es porque a cualquier cosa se le pone esta etiqueta si no cabe en los cánones establecidos para otros géneros como “terror” o “drama”. Ojalá hubiese más guiones como los que Diamond y Wilder elaboraban, porque así puede que la palabra recuperara un poco de prestigio. Por cierto, “El apartamento” sí ganó dicho Oscar, en 1960.


3. Por ese maravilloso Jack Lemmon, que haga lo que haga lo hace bien. Por lo bien que le sienta el traje de mujer, la gracia que me hace su risa fingida, sus explicaciones de cómo se han producido los agujeros de bala en su bajo, la forma de lidiar con Osgood y en definitiva, por ser el alma de la película.

4. Por Tony Curtis, especialmente por su interpretación dentro de la película del señor Shell, inspirado en Cary Grant, personaje al que Billy Wilder admiraba (creía que era el mejor actor del mundo) pero con el que nunca pudo trabajar.

5. Por la química que hay entre ambos, semejante a la existente entre la pareja Jack Lemmon – Walter Matthau. Porque cuando los ves juntos, crees que son amigos de toda la vida. Y por su entrada triunfal en el andén de la estación de tren.


6. Por Joe E. Brown, es decir, por Osgood Fielding III, el personaje que se enamora de “Daphne”. Este actor comenzó en el cine mudo, y su imagen ha quedado inevitablemente enlazada a la última imagen de esta película.

7. Por sus líneas de guión brillantes, empezando por el “Nadie es perfecto” que corona el largometraje. Esta frase originalmente fue propuesta por Diamond como algo provisional, pensando que ya pondrían otra frase cuando se les ocurriese algo gracioso. Pero finalmente así se quedó, y llegó a convertirse en una de las frases más famosas de la historia del cine. También destacan las inocentes frases de Sugar, las expresiones de Jerry/Daphne (¡Fresco!), y sobre todo, los “enfrentamientos” entre Joe y Jerry.


8. Por Sugar Kane Kowalczyk, es decir, Marilyn Monroe, quien realiza en “Con faldas y a lo loco” una de sus mejores interpretaciones. Viendo la película se entiende por qué Billy Wilder volvió a trabajar con ella, a pesar de que tras “La tentación vive arriba” dijo que no volvería a contar con la actriz. Sin duda, Monroe era la opción perfecta para el papel. El mismo Wilder afirmó que lo que le molestaba de ella era que llegaba siempre tarde al rodaje, pero que después de ver cómo habían quedado las tomas, se lo perdonaba todo.

9. Por las canciones interpretadas en la película: “I wanna be loved by you” y “I’m through with love” (también “Runnin’ wild”, pero esta tiene una duración muy corta), por estar perfectamente acompasadas con la película y porque la voz de Monroe las hace más bellas.


10. Y por último, porque esta película fue la que me abrió las puertas al mundo del cine clásico, la que hizo que me interesara por esas películas a las que algunos espectadores rechazan porque “son en blanco y negro” o directamente porque “son muy antiguas”. Esta fue la primera, y tras esta vinieron muchas otras. Y así fue como recorrí Roma con Audrey y Gregory; me sumergí en los casinos de Buenos Aires con Rita; busqué millionarios con Lauren; bajé de los cielos con Gloria y subí a la cima con Wells; perdí el tranvía de Marlon; atrapé al ladrón con Grace; cuidé del leopardo con Katharine; me hice rebelde con James; escalé por el monte Rushmore con Cary; canté bajo la lluvia con Gene y bailé en los jardines con Fred.

2 de septiembre de 2011

Londres de cine

Aunque no hayas pisado Londres, seguro que sabes nombrar todos los lugares destacados de la ciudad. Debido a la gran fama que ostenta la capital europea, parece que todos conocemos el Big Ben o el Palacio de Buckingham, ya que los hemos visto cientos de veces en televisión o en fotos. Por eso, ¿por qué no realizar una ruta alternativa por la ciudad? Estos son once escenarios londinenses protagonistas de producciones cinematográficas. Si quieres, pincha en la imagen para ampliar el mapa. También puedes clickear sobre el texto cuando las letras estén en cursiva, para ver los vídeos relacionados.


El barrio de Notting Hill (1) vio cómo su fama aumentó considerablemente tras el estreno de la película homónima de Roger Michell, estrenada en 1999 y protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant. Ahora algunos comerciantes exhiben orgullosos el cartel de la película en sus escaparates y los turistas se hacen fotos frente a “The travel bookshop”, la librería de viajes en la que se inspiraron los creadores de la película.

El mercado de Portobello Road es uno de los grandes atractivos del barrio. Allí podrás sentirte como Hugh Grant en una de las escenas más reconocibles del cine de los últimos años. Paséate por los puestos tarareando “Ain’t no sunshine when she’s gone” (las estaciones no irán cambiando, así que pierde un poco la gracia, pero bueno) o compra un bollo en una de las bonitas pastelerías de la calle y compite con tus amigos por él: el que tenga la vida más triste, se lo lleva.


De los 90 pasamos a la época victoriana, con Sherlock Holmes. A pesar de que se habían realizado numerosas adaptaciones anteriormente, Guy Ritchie decidió hace un par de años dar otra vuelta de tuerca al clásico literario de Conan Doyle. Para ello contó con Robert Downey Jr como Holmes y Jude Law como el doctor Watson. Y sí, salió una versión más moderna y el filme debió funcionar bien, ya que va a haber secuela (Sherlock Holmes: Juego de sombras), pero no deja de ser una película para pasar el rato. El domicilio del detective se encontraba en la ficción en el 221 de Baker Street (2). Durante años, llegaron cartas y cartas a esta dirección solicitando ayuda al personaje.

Y ya que este lugar se hizo tan popular, ¿por qué no sacar partido de ello? Así fue como surgió el “Sherlock Holmes museum”, que hace las delicias de los fans de Holmes por sólo 6 libras para los adultos y 4 para los niños. También dispone de una tienda, en la que se pueden adquirir objetos como la gorra del detective u ositos disfrazados de Holmes. Baker street está cerca de Oxford Street, la calle comercial más importante de la ciudad. Si estás cansado, te aseguro que te parecerá la calle más larga del mundo.


“Ha sido el primer lugar que se me ha venido a la cabeza”, decía Hermione después de llevar a Harry y Ron hasta Piccadilly Circus (3) en Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte I (David Yates, 2010). En esta plaza es donde vemos una de las pocas escenas desarrolladas en la saga Harry Potter dentro del mundo muggle. Lo que da identidad a este lugar son los enormes paneles luminosos de publicidad y la estatua de Eros, alrededor de la cual la gente se amontona.

Pero si hay un sitio de Londres íntimamente relacionado con la saga, este es la estación de King’s Cross (4), de donde salía cada año el “Expreso de Hogwarts”. Para seguidores de Harry Potter y turistas en general se ha creado el espacio dedicado a la “Plataforma 9 y ¾”, a la que los magos tenían que acceder para coger el tren. Se trata de un muro atravesado parcialmente por un carrito portaequipajes, que se puede agarrar para hacerse una foto simulando que entras a la plataforma.


¿Cualquier persona, por poca educación que haya recibido, puede aprender a hablar correctamente y comportarse como alguien de la alta sociedad? Por lo que nos muestra la película My fair lady (George Cukor, 1964), sí se puede. El profesor Higgins (Rex Harrison) apostaba con su colega que podría cambiar a la vendedora de flores Eliza Doolittle (Audrey Hepburn) hasta convertirla en una auténtica dama, de tal forma que nadie se diese cuenta de su procedencia.

Eliza se encuentra con el profesor en el Covent Garden (5), su “lugar de trabajo” habitual, cuando este sale del teatro. Actualmente este teatro, el “Royal Opera House”, sigue en pie, aunque fue reconstruido. El Covent Garden es un lugar perfecto para pasear relajadamente, tomar un café (aviso: ten la cartera preparada), visitar sus puestos de artesanía o pasar un rato admirando las actuaciones callejeras


Hablando de forma general, podríamos decir que la mayoría de roles que ha realizado Hugh Grant se dividen en dos grandes bloques: el primero, los de hombre importante, con dinero y arrogante (al que después se le ablanda el corazón, por supuesto) y el segundo: de “pringao”. En “Love Actually” (Richard Curtis, 2003) le tocó un papel del primer grupo, e interpretó nada más y nada menos que al Primer ministro británico. Su historia es una de las muchas que la película (una de las pocas que sí merece el calificativo de “comedia romántica”) entrelaza.

En la película podemos ver cómo Grant entra en la residencia oficial de los Primeros ministros, situada en el número 10 de Downing Street (6). Si pensabas hacerte una foto frente a la puerta, vete olvidando, ya que no se permite el acceso a la calle (cortesía de Margaret Thatcher, por razones de seguridad). Así que la única vista que se puede tener es la que se ve en la imagen que acompaña a este párrafo.


La historia de cómo el rey Jorge VI de Inglaterra luchó contra su tartamudez se llevó de calle a los académicos de Hollywood. “El discurso del rey” (Tom Hooper, 2010) ganó cuatro Oscar en 2011: Mejor película, director, actor protagonista y guión original. La película, encabezada por un trío de ases (Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush) relata parte de la vida del que es padre de la actual reina de Inglaterra.

Es una historia de superación y amistad, en la que también se puede ver el enorme cambio que supuso la entrada de la radio en la vida cotidiana. Los discursos por este medio de comunicación tomaron un papel fundamental en el ámbito político. Uno de los más importantes que se ven en la película es el que George VI realizó en el Palacio de Buckingham (7), residencia de los monarcas británicos, tras la decisión de que Inglaterra iba a participar en la II Guerra Mundial. Aquí podemos ver escenas en las que el pueblo londinense abarrota los alrededores del Palacio de Buckingham. Normalmente los exteriores del edificio están más o menos igual de llenos, sobre todo a las horas del cambio de guardia. Si estás realizando una visita rápida a la ciudad, no merece la pena quedarse esperando para verlo.


Precisamente la coronación que aparece en la película “El príncipe y la corista” (Laurence Olivier, 1957) es la de Jorge V, padre del mencionado Jorge VI. Debido a esta coronación, miembros de la nobleza europea acuden a Londres. Este es el caso del príncipe regente de Carpatha, interpretado por Laurence Olivier (que también dirige el film, y se merece un gran “¿en qué estabas pensando?”). El regente se “encapricha” de una corista y la invita a cenar. La película narra qué pasa en esa cena y en las horas siguientes. Marilyn Monroe es dicha corista, y es la única razón para ver la película, que se hace bastante aburrida.

Ella protagoniza uno de los mejores momentos del largometraje, cuando en la coronación, realizada en la Abadía de Westminster (8), comienza a admirar los detalles del edificio, acompañada de la música, que nos ayuda a recordar ese ambiente de serenidad que se respira en los edificios religiosos. La Abadía es el lugar en el que se celebran tradicionalmente todas las coronaciones de los monarcas británicos, desde el siglo XI. Para visitarla por dentro es probable que te toque esperar cola, debido a la aglomeración de turistas.


¡Volarás, volarás, volarás! Y los alegres niños de la familia Darling (oh, sí, ese era su apellido) volaron junto a Peter Pan y Campanilla, siguiendo la segunda estrella a la derecha, y todo recto hasta el amanecer. Por el camino pararon en las agujas del Big Ben (9) (haciendo que se adelantase la hora, por cierto) y sobrevolaron también la Catedral de St. Paul y el Puente de la Torre. Esta escena es una de las más recordadas del clásico de Disney de 1953.

Símbolo por excelencia de la ciudad, el Big Ben (nombre por el que llamamos comúnmente a la torre del reloj, pero que en realidad se refiere a una de las campanas) es un sitio de foto obligada. Está situado en el impresionante Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico. Si todavía no has ido a Londres, un aviso: no, el Big Ben no es una gran torre. Es mejor concienciarse antes de llegar allí y poner cara de decepción… Y a quien ya lo haya visto y le haya decepcionado: sí, "sólo" es una torre de media altura con un reloj. ¿Qué esperabas?.


Quien piense que los musicales son pastelosos y alegres en exceso debería ver “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet” (Tim Burton, 2007), la macabra película que cuenta la leyenda de dicho personaje. Mientras que Johnny Depp iba cortando las cabezas de sus clientes, la “adorable” Mrs. Lovett (Helena Bonham Carter) ponía en práctica la ley más importante de la economía doméstica: no se tira nada, todo se puede aprovechar. La película también cuenta con la participación del gran Alan Rickman.

Según la leyenda, Todd tenía su barbería en la calle Fleet (10). Hoy en día esta calle presenta un aspecto menos tenebroso que el de la película (quizá gane puntos en los días de niebla), y está repleta de pubs. Si se pasea por ella se puede vislumbrar la Catedral de St. Paul, y también cerca de la calle se encuentra el edificio de los Reales Tribunales de Justicia.


Y para finalizar el recorrido cinematográfico, otro de los símbolos de la ciudad: St. Paul’s Cathedral (11). Esta catedral del siglo XVIII es la obra maestra del arquitecto Christopher Wren y posee una de las mayores cúpulas de Europa. El edificio aparece como uno de los protagonistas en la canción de la película “Mary Poppins” (Robert Stevenson, 1964) llamada “Feed the birds”.

Esta canción es cantada por Mary mientras sostiene en sus manos una bola de cristal que contiene una imagen de la catedral. La película también nos ofrece panorámicas de la ciudad con la llegada de la institutriz, volando con su paraguas. Aunque la dirección en la que residía la familia Banks era ficticia, el film protagonizado por Julie Andrews y Dick Van Dyke es uno de los que más se relacionan con la ciudad.

24 de junio de 2011

El verano en los 50

¡Ya estamos oficialmente en verano! Y con él llegan las rebajas, el calor (sí, aún más) y el tiempo libre. Para aprovecharlo, os presento dos propuestas del cine clásico de los 50 muy diferentes entre sí relacionadas con este periodo.

La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955)

Aunque no sea una de las mejores películas de Wilder es una comedia que tiene buenos momentos, más allá del famoso momento del vestido de Marilyn. El punto de partida es el inicio del verano, cuando las esposas e hijos de los hombres de la ciudad se van de vacaciones, dejando al marido solo en la ciudad y trabajando. En esta película, Tom Ewell interpreta a uno de esos maridos. Contento de quedarse solo en casa, descubre que una atractiva mujer (Monroe) ha alquilado el apartamento de arriba.


Las cosas, cuando ocurren en nuestra imaginación, se alejan considerablemente de la realidad. Wilder aprovecha esto para ironizar y hacer que nos riamos de nuestros delirios de grandeza ocasionales, nuestras paranoias y en general el comportamiento masculino cuando hay una mujer de por medio.

Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: la desesperación que puede provocar el comportamiento del protagonista.


De repente, el último verano (Joseph L. Mankiewicz, 1959)

Esta película de suspense está basada en la novela homónima de Tennessee Williams. En el reparto destacan sobre todo Katharine Hepburn y Elizabeth Taylor, ambas nominadas al Oscar por este papel (aunque finalmente ninguna de las dos se llevara el premio). También aparece como uno de los protagonistas Montgomery Clift, al que también hemos visto en películas como “Yo confieso” o “De aquí a la eternidad”.


La señora Venable (Hepburn) ofrece una cuantiosa donación a la clínica en la que trabaja el doctor Cuckrowicz (Clift), a cambio de que operen a su sobrina Catherine (Taylor). Venable insiste en que el doctor le realice una lobotomía, ya que desde el shock que sufrió tras la muerte de su primo Sebastian en el verano, no ha vuelto a ser la misma. Sin embargo, el doctor duda si realmente Catherine necesita esa operación. El argumento se construye alrededor del misterioso (y ausente) personaje de Sebastian, hijo de la señora Venable y primo de Catherine, al que se halaga y atribuyen características casi divinas, como pasaba con el personaje de Kurtz en “El corazón de las tinieblas”, la novela de Joseph Conrad.

Lo mejor: las actrices protagonistas y la aparición de Hepburn en la película.
Lo peor: verla doblada y no escuchar las auténticas voces de los actores.

1 de junio de 2011

Incombustible Marilyn

Nunca acaba uno de conocer a una persona, aunque esté muerta. Hoy, 1 de junio, sería el 85 cumpleaños de Marilyn Monroe. Y aunque murió en el año 1962, todavía sigue siendo noticia debido a las subastas de sus vestidos u objetos personales o a la aparición de material inédito sobre ella. Videos, escritos, fotos. Todo para ampliar el archivo del mito inacabable que es Monroe.


Hace unos meses salían publicado el libro “Fragmentos”, en el que aparecían textos y poemas que escribió la propia actriz, inéditos en su mayoría. En sus creaciones se podía descubrir su parte más oculta: sus sentimientos de soledad, de infelicidad, de desengaño. Una imagen completamente diferente a la que nos daban los papeles estereotipados que le ofrecían en el mundo del cine.


Todo lo que rodea a la figura de Marilyn huele a dinero. El mes pasado, un vestido que utilizó para acudir a una fiesta en Beverly Hills fue subastado, llegando a alcanzar la cifra de 348.000 dólares. Ahora la actriz Debbie Reynolds ha puesto en venta el icónico vestido que Monroe llevaba en la película “La tentación vive arriba”, en la escena en la que ella y Tom Ewell pasaban por encima de las rejillas del metro y el viento le levantaba la falda. ¿Su precio? Dos millones de dólares.


Lo último (por el momento) han sido unas fotos que el fotógrafo Anton Fury ha sacado a la luz. Fury encontró y compró los negativos en una venta de garaje hace treinta años. Desde entonces ha estado esperando al momento oportuno para mostrarle las fotos al mundo, ya que no estaba seguro de qué hacer con ellas ni el valor que podrían tener. Teniendo en cuenta que los negativos le costaron dos dólares, se podría decir que hizo una buena compra. Por lo que se ve, porque no hay mucha información todavía, las fotos son de principios de los 50 y nos muestran a una joven Marilyn, que todavía no había alcanzado el estrellado en Hollywood. Las imágenes de este post son algunas de ellas. ¿Llegará el momento en el que no haya nada más que descubrir? Algo me dice que todavía tenemos Marilyn para rato.