El próximo martes 1 de octubre arranca el Festival de Cine de Madrid – PNR, en la que será su 22ª edición. Como viene siendo habitual, este festival, organizado por la Plataforma Nuevos Realizadores, será toda una oportunidad para disfrutar de las obras de cineastas emergentes. Los trabajos se dividirán en tres secciones oficiales: largometrajes, cortometrajes y socios PNR, en la que se presentan cortos realizados exclusivamente por socios de la plataforma.
En la sección de largometrajes, cinco películas serán las que se enfrenten para conseguir el máximo galardón. En la pasada edición, Ali, de Paco R. Baños, se alzó con el premio, y este año están en la competición La reina de tapas, de Daniel Diosdado, Los increíbles, de David Valero, Marhaba, de Sergi Cervera, Otel•lo, de Hammudi Al-Rahmoun Font, y Casting, dirigida por Jorge Naranjo y ganadora de las Biznagas de plata a la mejor actriz y actor de reparto en el pasado Festival de Málaga, por el trabajo de su elenco femenino y masculino. La exhibición de cada una de las películas vendrá acompañada por un coloquio. En cuanto a los cortometrajes, serán 30 los que rivalizarán para suceder a Desayuno con diadema, el corto de Óscar Bernácer que triunfó en esta categoría el año pasado.
La sala Berlanga será el corazón del festival y el lugar en el que se proyecten los trabajos de las diferentes secciones oficiales. La entrada a todos los pases es gratuita hasta que se complete el aforo. Además, de forma paralela se desarrollarán diferentes actividades en otras sedes. El cine Doré acogerá un ciclo homenaje a Javier Aguirre, mientras que la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense abrirá las puertas a nuevas formas de hacer cine con la sección “Experimenta – nuevo cine”. Por otro lado, en la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos (TAI) se celebrará un debate el viernes 4 alrededor de la industria del cortometraje. Además, el festival también tiene un hueco reservado para los más pequeños, que podrán asistir a las sesiones infantiles que la Sala Berlanga tiene preparadas para ellos durante el fin de semana.
El festival se cerrará con una gala de clausura el domingo 6, en la que se desvelarán los nombres de los ganadores. La programación y toda la información sobre el festival se puede consultar en la web www.festivalcinepnr.com.
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29 de septiembre de 2013
25 de septiembre de 2013
7 artes, 7 películas: La arquitectura con 'Metrópolis'
Fue el último en llegar y, sin embargo, permanece en
un lugar de excepción entre todas las artes. El cine apenas cuenta con algo más
de un siglo de historia, pero su juventud no ha impedido que esté a la altura
de sus hermanas mayores, e incluso que funcione como un compendio de todas
ellas. Entre todas las obras que encontramos a lo largo de la historia del cine
destacan algunas que son un auténtico homenaje a las artes, en las que estas
son el motor del largometraje. Por ello, hemos hecho una selección de siete
películas, las cuales captan la esencia de una de las siete artes. Y comenzamos
con la arquitectura, cuya relación con los fotogramas no podemos explicar sin
hablar de Metrópolis, la obra maestra
de Fritz Lang estrenada en 1927.
Ensalzada como una de las películas cumbre del cine
mudo, Metrópolis está rodeada de
cifras astronómicas que la convierten en una superproducción de su época: más
de año y medio de rodaje, 610.000 metros de película, más de 30.000 extras y un
coste de seis millones de marcos, que sobrepasaron la cifra prevista
inicialmente, de un millón y medio. Números que aumentan la leyenda del film,
pero de los que no se puede hablar con exactitud, ya que años después de la
muerte del director salió a la luz una entrevista que Lang había concedido a
Lloyd Chesley y Michael Gould, en la que afirmaba que muchos de estos datos no
eran ciertos y señalaba que se habían escrito muchas mentiras alrededor de su
obra. Así, indicaba que el número de extras rondaba los 300, y que los costes
estuvieron condicionados por la inflación de la época.
Metrópolis se sitúa en un escenario
futurista, sin duda uno de los puntos fuertes del film. Lang era hijo de arquitecto
y él mismo comenzó sus estudios en este campo, que más tarde abandonaría por la
pintura. La arquitectura de la ciudad de Metrópolis
refuerza el mensaje de la historia y condiciona su desarrollo. En la superficie
encontramos enormes rascacielos, donde viven las clases acomodadas, mientras
que los obreros se hallan en las profundidades de la ciudad, en el subsuelo,
invisibles a los ojos de la clase superior. Mientras que los ciudadanos de la
superficie pueden disfrutar de instalaciones como bibliotecas, jardines y
teatros, los obreros de las profundidades se dedican a trabajar sin descanso,
en un ambiente claustrofóbico que contrasta con la majestuosidad del exterior.
La concepción de la ciudad es una pista de la dualidad
que persigue el film, en el que se contrapone lo humano y lo artificial, el
obrero y el empresario. Una dualidad entre la que se querrá mantener el
equilibrio, ya que como se nos dice desde el principio, “el mediador entre el
cerebro y las manos ha de ser el corazón”. En este caso, dicho mediador es el
protagonista, el hijo de Joh Fredersen, señor de Metrópolis, que abre los ojos
ante la problemática social cuando se encuentra con María, una mujer de clase
obrera que predica la igualdad y el entendimiento entre los ciudadanos tanto de
uno como de otro lado.
Para rodar los planos que inmortalizan la ciudad se
hizo uso de maquetas. También se empleó el llamado “proceso Schüfftan”, una
técnica que permite, mediante un espejo, dar la sensación de que los actores se
encuentran dentro de decorados, que en realidad son maquetas a menor escala.
Entre el escenario futurista también encontramos las huellas del Gótico, como
en la catedral en la que se desarrollan las escenas finales. Pero si hay que
resaltar un edificio de entre todos los de la ciudad, sin duda este sería la
llamada “Torre de Babel”, en la que vive el señor de Metrópolis, y que
constituye una de las referencias bíblicas que podemos encontrar en el relato. El
resultado final contribuyó a asentar la idea que tenemos en el imaginario colectivo
de lo que sería una “ciudad del futuro”, y convirtió a Metrópolis en uno de los principales referentes del cine de ciencia
ficción. Posteriormente influiría fuertemente en largometrajes como Blade Runner, de Riddley Scott.
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24 de septiembre de 2013
El 7º en corto: 'Traumalogía', de Daniel Sánchez Arévalo
"Las familias felices son todas iguales. Cada familia infeliz es infeliz a su manera". Esta cita de la novela Anna Karenina, de Tolstoi, acompaña al cortometraje Traumalogía, de Daniel Sánchez Arévalo. Rodado en 2007, después del estreno del director en la gran pantalla con Azuloscurocasinegro, esta pieza es la base de La gran familia española, y una prueba más de la atracción que siente el cineasta por esas bodas que no salen del todo bien.
Entre el reparto podemos ver a intérpretes como Antonio de la Torre, Natalia Mateo, Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo, Javier Pereira o Héctor Colomé, algunos de ellos con el mismo rol que el que realizan en La gran familia española. Y como también ocurre en el largometraje, la mezcla entre comedia y drama está servida.
Entre el reparto podemos ver a intérpretes como Antonio de la Torre, Natalia Mateo, Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo, Javier Pereira o Héctor Colomé, algunos de ellos con el mismo rol que el que realizan en La gran familia española. Y como también ocurre en el largometraje, la mezcla entre comedia y drama está servida.
13 de septiembre de 2013
Crítica 'La gran familia española': La unión hace la fuerza
El 11 de julio de 2010 fue el
día en el que España se detuvo. Durante unas horas, todos los ojos estuvieron
puestos en las pantallas de televisión, sin perder detalle de lo que pasaba en
Johannesburgo, donde la selección española de fútbol se jugaba ser la campeona
del mundo. El director y guionista Daniel Sánchez Arévalo sitúa su historia
precisamente en este día, estableciendo una coincidencia que puede ser
interpretada por muchos como la peor de las suertes: la final se celebra el
mismo día que la boda de uno de los protagonistas. Si estuviésemos ante una
comedia normal, seguramente esto sería el pie para una película disparatada,
con momentos más o menos divertidos (o que pretenden serlo) y los típicos
clichés de las películas de bodas, que han llegado a convertirse prácticamente
en un género propio. Pero Sánchez Arévalo nos tiene preparadas muchas sorpresas
detrás, con los que nuestros prejuicios se irán rápidamente por la borda.
La gran familia española se posiciona frente a los espectadores como una
comedia, quizá por criterios comerciales. Sin embargo, le pasa como a El apartamento de Billy Wilder, quien no
entendía por qué su largometraje se estrenó bajo esa etiqueta. En este caso, no
podemos negarle al humor su importancia en el desarrollo de la trama, por
supuesto. Pero es simplemente la primera capa, tras la que se esconde un
entretejido de conflictos emocionales que el director maneja con habilidad,
demostrando que es todo un referente de nuestro cine en la actualidad y un
cineasta cuya trayectoria merece la pena seguir.
La historia, que en su día
Sánchez Arévalo plasmó en parte en su corto Traumalogía,
nos sumerge en los enredos familiares y monstruos personales de sus personajes,
con el fútbol y la película Siete novias
para siete hermanos de telón de fondo. Aunque su primera parte es más
convencional, el ritmo siempre se mantiene ágil, hasta llegar a su tramo final,
en el que la narración despega y alcanza su máximo esplendor. Y ahí es cuando La gran familia española nos hace reír
más, sí, pero también nos emociona.
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