3 de diciembre de 2011

'Las chicas de la sexta planta': En París se habla con la Ñ

Es curioso ver cómo en la historia todo se repite. Y si ocurre en el arte, en la moda, y en la política -entre otros muchos campos- las migraciones no se iban a quedar atrás. Así, nos encontramos hoy en día en una situación que nos recuerda a la de nuestros abuelos, aunque claro está, con diferencias obvias. Sin embargo, la base es la misma: España ha vuelto a ser un país de emigrantes. El saldo migratorio es negativo, es decir, hay más gente que sale del país que gente que llega. Y en este contexto, nos encontramos con una película francesa que nos transporta a los años 60, a los autobuses, a las maletas, a las despedidas y a los recibimientos.


"Les femmes du 6ème étage" (título cuya traducción sería "Las mujeres del sexto piso") cuenta la historia de un matrimonio parisino que contrata a una sirvienta española, María, recién llegada a la capital francesa. Poco a poco, el marido se irá interesando por la vida de María y la del resto de inmigrantes españolas del inmueble, que viven todas juntas en el sexto piso, y en unas condiciones que dejan bastante que desear. La película está dirigida por Philippe Le Guay y ha recibido unas buenas críticas en Francia.


Si "Criadas y señoras" tocaba el tema del servicio doméstico pero de una forma que quedaba un poco superficial, ya que no ahondaba en las personalidades de las sirvientas, "Les femmes du 6ème etage" se convierte en una historia tierna, que se mete en nuestra piel con una mayor facilidad. El grupo de las criadas españolas, con su alegría, su naturalidad y sus conversaciones en castellano, nos acercan mucho más al corazón de la trama que las mujeres negras de Mississippi, que en "Criadas y señoras" quedaban algo distantes.


El matrimonio protagonista está formado por los franceses Fabrice Luchini (al que veremos en la próxima película de "Astérix y Obélix") y Sandrine Kiberlain. Y entre las criadas españolas encontramos a Natalia Verbeke en el papel de María, acompañada de Carmen Maura, Lola Dueñas, Concha Galán, Nuria Solé y Berta Ojea. Es decir, tenemos ante nosotros la oportunidad de disfrutar con algunas de las mejores actrices españolas del panorama actual, y en un ámbito diferente al que solemos encontrarlas. Los dos bandos que se crean (francés-español / señores-sirvientas) se muestran como mundos muy diferentes, pero al juntarse nos dejan momentos divertidos y entrañables. Además, con las distintas personalidades de las mujeres vamos viendo las caras de la inmigración, detalle del que no se da cuenta la burguesía francesa de la película.


Los personajes de Maura y Dueñas nos enseñan dos visiones muy diferentes de una misma realidad. Concepción (Maura) envía el dinero que gana a España, donde su marido está construyendo la casa de sus sueños, en la que tendrá todo lo que no puede obtener en un país en el que la gente le mira por encima del hombro. Por su parte, Carmen (Dueñas), no piensa en regresar: la guerra le quitó todo. Su escepticismo hace que se convierta en la "oveja negra" de sus amigas españolas.


Las mujeres del sexto piso son muy diferentes entre sí, pero si hay algo que tienen en común es que son solidarias, fuertes y agradecidas. Disfrutan cantando y charlando alrededor de una buena paella. Viven en una situación deprimente, pero les hace falta muy poco para ser felices. Son mujeres que nos hacen reflexionar, inevitablemente, sobre nosotros, para saber si hemos sido como los burgueses parisinos, si también nosotros estamos creando una realidad alternativa para todos aquellos que llegan a nuestro país buscando algo mejor. Y por supuesto, en la película vemos destellos de aquellos amigos, familiares o conocidos que o se marcharon o se han ido a buscar suerte en otro país, ya sea ahora o hace cincuenta años.