Steven Soderbergh sabe que rodearse de un reparto de lujo da un buen empujón a una película. Y si encima son buenos actores, mejor que mejor. Ya lo demostró con la trilogía de Ocean's (2001, 2004, 2007), y ahora lo ha vuelto a hacer en su nueva película: "Contagio".
Así, los actores y actrices se convierten en el mayor reclamo para ver esta película, ya que el argumento nos suena bastante: un misterioso virus se va expandiendo a nivel mundial sin que nadie conozca ni su origen ni el remedio. Sin embargo, hay una diferencia que diferencia a "Contagio" de otras películas de catástrofes globales como puede ser "El incidente" (M. Night Shyamalan, 2008). Y es que la película de Soderbergh no se centra en una sola historia humana, profundizando en sus miedos y lucha por la supervivencia. Si en la mencionada "El incidente" pasaba esto último, y veíamos la evolución del fenómeno desde el punto de vista de los personajes de Mark Wahlberg y Zooey Deschanel, en "Contagio" la historia no gira alrededor de un sólo núcleo. Las vivencias personales dan paso a algo mucho más grande.
A través de los personajes principales se intentan cubrir todos los aspectos relacionados con la evolución de la epidemia: Laurence Fishburne se convierte en un doctor que, motivado por el Departamento de Seguridad Nacional, envía a la doctora Mears (Kate Winslet)a Minneapolis para investigar sobre la enfermedad. Marion Cotillard es una doctora de la Organización Mundial de la Salud que se desplaza a Hong Kong para descubrir cómo empezó todo. Jude Law da vida a un periodista freelance que se hace un hueco en la Red gracias a sus teorías sobre el virus. Y Matt Damon nos enseña la cara más humana de la tragedia, y se convierte en un padre de familia cuya mujer (Gwyneth Paltrow) es una de las primeras víctimas de la epidemia.
Tal vez la historia más interesante es la del bloguero Alan Krumwiede (Jude Law). Por supuesto, en este siglo no podía faltar en una película como esta la herramienta más potente en el mundo actual: Internet. Ya la utilizó Lars von Trier en "Melancholia", pero aquí nos posicionamos desde el punto de vista de quien realiza la información que se cuelga en la web, no desde quien la lee. Krumwiede se convierte en una especie de gurú para todos aquellos que, desesperados, intentan evitar o remediar la enfermedad. Desde su blog sostiene la teoría de que todo es una conspiración y de que él tiene la cura. Un personaje que invita a la reflexión, al contrario que el de Marion Cotillard, que nos deja bastante indiferentes gracias a su parte de la historia, que en su mayor parte no aporta nada y de la que se podría haber sacado un mayor provecho.
Aunque según el guionista del film (Scott Z. Burns)una de las fuentes principales de información para la película fue la epidemia de SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), que se propagó por Asia en 2002 y 2003, inevitablemente veremos al fantasma de la Gripe A planeando por toda la película. ¿Os acordáis de lo importante que fue en su día mantener una buena higiene de manos? Con lavados frecuentes, jabones especiales que se podían utilizar sin agua... El virus de "Contagio" se transmite mediante el mero contacto táctil: si una persona enferma toca un objeto y a continuación tú tocas ese elemento, ya estás perdido. Por eso es un virus impredecible, que aisla totalmente al ser humano (¿cómo viviríamos si no pudiésemos tocar lo que otros han tocado?) y del que es muy difícil escapar.
A pesar de tener ideas brillantes, "Contagio" no se convierte en una película que cale hondo en el espectador. Pero esto es una consecuencia que, inevitablemente, surge en el momento en el que Soderbergh decide centrarse más en el virus que en las personas. El propio director afirma: "Mi deseo era hacer un film centrado en los procedimientos científicos, políticos y mediáticos que rodeaban a un cataclismo de dimensión mundial". Y efectivamente, esta parte la consigue a la perfección. Pero lo único que nos llevamos de la película es ese alivio de salir a de la sala y decir: "menos mal que es sólo es ficción".
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6 de noviembre de 2011
2 de septiembre de 2011
Londres de cine
Aunque no hayas pisado Londres, seguro que sabes nombrar todos los lugares destacados de la ciudad. Debido a la gran fama que ostenta la capital europea, parece que todos conocemos el Big Ben o el Palacio de Buckingham, ya que los hemos visto cientos de veces en televisión o en fotos. Por eso, ¿por qué no realizar una ruta alternativa por la ciudad? Estos son once escenarios londinenses protagonistas de producciones cinematográficas. Si quieres, pincha en la imagen para ampliar el mapa. También puedes clickear sobre el texto cuando las letras estén en cursiva, para ver los vídeos relacionados.
El barrio de Notting Hill (1) vio cómo su fama aumentó considerablemente tras el estreno de la película homónima de Roger Michell, estrenada en 1999 y protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant. Ahora algunos comerciantes exhiben orgullosos el cartel de la película en sus escaparates y los turistas se hacen fotos frente a “The travel bookshop”, la librería de viajes en la que se inspiraron los creadores de la película.
El mercado de Portobello Road es uno de los grandes atractivos del barrio. Allí podrás sentirte como Hugh Grant en una de las escenas más reconocibles del cine de los últimos años. Paséate por los puestos tarareando “Ain’t no sunshine when she’s gone” (las estaciones no irán cambiando, así que pierde un poco la gracia, pero bueno) o compra un bollo en una de las bonitas pastelerías de la calle y compite con tus amigos por él: el que tenga la vida más triste, se lo lleva.
De los 90 pasamos a la época victoriana, con Sherlock Holmes. A pesar de que se habían realizado numerosas adaptaciones anteriormente, Guy Ritchie decidió hace un par de años dar otra vuelta de tuerca al clásico literario de Conan Doyle. Para ello contó con Robert Downey Jr como Holmes y Jude Law como el doctor Watson. Y sí, salió una versión más moderna y el filme debió funcionar bien, ya que va a haber secuela (Sherlock Holmes: Juego de sombras), pero no deja de ser una película para pasar el rato. El domicilio del detective se encontraba en la ficción en el 221 de Baker Street (2). Durante años, llegaron cartas y cartas a esta dirección solicitando ayuda al personaje.
Y ya que este lugar se hizo tan popular, ¿por qué no sacar partido de ello? Así fue como surgió el “Sherlock Holmes museum”, que hace las delicias de los fans de Holmes por sólo 6 libras para los adultos y 4 para los niños. También dispone de una tienda, en la que se pueden adquirir objetos como la gorra del detective u ositos disfrazados de Holmes. Baker street está cerca de Oxford Street, la calle comercial más importante de la ciudad. Si estás cansado, te aseguro que te parecerá la calle más larga del mundo.
“Ha sido el primer lugar que se me ha venido a la cabeza”, decía Hermione después de llevar a Harry y Ron hasta Piccadilly Circus (3) en Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte I (David Yates, 2010). En esta plaza es donde vemos una de las pocas escenas desarrolladas en la saga Harry Potter dentro del mundo muggle. Lo que da identidad a este lugar son los enormes paneles luminosos de publicidad y la estatua de Eros, alrededor de la cual la gente se amontona.
Pero si hay un sitio de Londres íntimamente relacionado con la saga, este es la estación de King’s Cross (4), de donde salía cada año el “Expreso de Hogwarts”. Para seguidores de Harry Potter y turistas en general se ha creado el espacio dedicado a la “Plataforma 9 y ¾”, a la que los magos tenían que acceder para coger el tren. Se trata de un muro atravesado parcialmente por un carrito portaequipajes, que se puede agarrar para hacerse una foto simulando que entras a la plataforma.
¿Cualquier persona, por poca educación que haya recibido, puede aprender a hablar correctamente y comportarse como alguien de la alta sociedad? Por lo que nos muestra la película My fair lady (George Cukor, 1964), sí se puede. El profesor Higgins (Rex Harrison) apostaba con su colega que podría cambiar a la vendedora de flores Eliza Doolittle (Audrey Hepburn) hasta convertirla en una auténtica dama, de tal forma que nadie se diese cuenta de su procedencia.
Eliza se encuentra con el profesor en el Covent Garden (5), su “lugar de trabajo” habitual, cuando este sale del teatro. Actualmente este teatro, el “Royal Opera House”, sigue en pie, aunque fue reconstruido. El Covent Garden es un lugar perfecto para pasear relajadamente, tomar un café (aviso: ten la cartera preparada), visitar sus puestos de artesanía o pasar un rato admirando las actuaciones callejeras
Hablando de forma general, podríamos decir que la mayoría de roles que ha realizado Hugh Grant se dividen en dos grandes bloques: el primero, los de hombre importante, con dinero y arrogante (al que después se le ablanda el corazón, por supuesto) y el segundo: de “pringao”. En “Love Actually” (Richard Curtis, 2003) le tocó un papel del primer grupo, e interpretó nada más y nada menos que al Primer ministro británico. Su historia es una de las muchas que la película (una de las pocas que sí merece el calificativo de “comedia romántica”) entrelaza.
En la película podemos ver cómo Grant entra en la residencia oficial de los Primeros ministros, situada en el número 10 de Downing Street (6). Si pensabas hacerte una foto frente a la puerta, vete olvidando, ya que no se permite el acceso a la calle (cortesía de Margaret Thatcher, por razones de seguridad). Así que la única vista que se puede tener es la que se ve en la imagen que acompaña a este párrafo.
La historia de cómo el rey Jorge VI de Inglaterra luchó contra su tartamudez se llevó de calle a los académicos de Hollywood. “El discurso del rey” (Tom Hooper, 2010) ganó cuatro Oscar en 2011: Mejor película, director, actor protagonista y guión original. La película, encabezada por un trío de ases (Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush) relata parte de la vida del que es padre de la actual reina de Inglaterra.
Es una historia de superación y amistad, en la que también se puede ver el enorme cambio que supuso la entrada de la radio en la vida cotidiana. Los discursos por este medio de comunicación tomaron un papel fundamental en el ámbito político. Uno de los más importantes que se ven en la película es el que George VI realizó en el Palacio de Buckingham (7), residencia de los monarcas británicos, tras la decisión de que Inglaterra iba a participar en la II Guerra Mundial. Aquí podemos ver escenas en las que el pueblo londinense abarrota los alrededores del Palacio de Buckingham. Normalmente los exteriores del edificio están más o menos igual de llenos, sobre todo a las horas del cambio de guardia. Si estás realizando una visita rápida a la ciudad, no merece la pena quedarse esperando para verlo.
Precisamente la coronación que aparece en la película “El príncipe y la corista” (Laurence Olivier, 1957) es la de Jorge V, padre del mencionado Jorge VI. Debido a esta coronación, miembros de la nobleza europea acuden a Londres. Este es el caso del príncipe regente de Carpatha, interpretado por Laurence Olivier (que también dirige el film, y se merece un gran “¿en qué estabas pensando?”). El regente se “encapricha” de una corista y la invita a cenar. La película narra qué pasa en esa cena y en las horas siguientes. Marilyn Monroe es dicha corista, y es la única razón para ver la película, que se hace bastante aburrida.
Ella protagoniza uno de los mejores momentos del largometraje, cuando en la coronación, realizada en la Abadía de Westminster (8), comienza a admirar los detalles del edificio, acompañada de la música, que nos ayuda a recordar ese ambiente de serenidad que se respira en los edificios religiosos. La Abadía es el lugar en el que se celebran tradicionalmente todas las coronaciones de los monarcas británicos, desde el siglo XI. Para visitarla por dentro es probable que te toque esperar cola, debido a la aglomeración de turistas.
¡Volarás, volarás, volarás! Y los alegres niños de la familia Darling (oh, sí, ese era su apellido) volaron junto a Peter Pan y Campanilla, siguiendo la segunda estrella a la derecha, y todo recto hasta el amanecer. Por el camino pararon en las agujas del Big Ben (9) (haciendo que se adelantase la hora, por cierto) y sobrevolaron también la Catedral de St. Paul y el Puente de la Torre. Esta escena es una de las más recordadas del clásico de Disney de 1953.
Símbolo por excelencia de la ciudad, el Big Ben (nombre por el que llamamos comúnmente a la torre del reloj, pero que en realidad se refiere a una de las campanas) es un sitio de foto obligada. Está situado en el impresionante Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico. Si todavía no has ido a Londres, un aviso: no, el Big Ben no es una gran torre. Es mejor concienciarse antes de llegar allí y poner cara de decepción… Y a quien ya lo haya visto y le haya decepcionado: sí, "sólo" es una torre de media altura con un reloj. ¿Qué esperabas?.
Quien piense que los musicales son pastelosos y alegres en exceso debería ver “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet” (Tim Burton, 2007), la macabra película que cuenta la leyenda de dicho personaje. Mientras que Johnny Depp iba cortando las cabezas de sus clientes, la “adorable” Mrs. Lovett (Helena Bonham Carter) ponía en práctica la ley más importante de la economía doméstica: no se tira nada, todo se puede aprovechar. La película también cuenta con la participación del gran Alan Rickman.
Según la leyenda, Todd tenía su barbería en la calle Fleet (10). Hoy en día esta calle presenta un aspecto menos tenebroso que el de la película (quizá gane puntos en los días de niebla), y está repleta de pubs. Si se pasea por ella se puede vislumbrar la Catedral de St. Paul, y también cerca de la calle se encuentra el edificio de los Reales Tribunales de Justicia.
Y para finalizar el recorrido cinematográfico, otro de los símbolos de la ciudad: St. Paul’s Cathedral (11). Esta catedral del siglo XVIII es la obra maestra del arquitecto Christopher Wren y posee una de las mayores cúpulas de Europa. El edificio aparece como uno de los protagonistas en la canción de la película “Mary Poppins” (Robert Stevenson, 1964) llamada “Feed the birds”.
Esta canción es cantada por Mary mientras sostiene en sus manos una bola de cristal que contiene una imagen de la catedral. La película también nos ofrece panorámicas de la ciudad con la llegada de la institutriz, volando con su paraguas. Aunque la dirección en la que residía la familia Banks era ficticia, el film protagonizado por Julie Andrews y Dick Van Dyke es uno de los que más se relacionan con la ciudad.
El barrio de Notting Hill (1) vio cómo su fama aumentó considerablemente tras el estreno de la película homónima de Roger Michell, estrenada en 1999 y protagonizada por Julia Roberts y Hugh Grant. Ahora algunos comerciantes exhiben orgullosos el cartel de la película en sus escaparates y los turistas se hacen fotos frente a “The travel bookshop”, la librería de viajes en la que se inspiraron los creadores de la película.
El mercado de Portobello Road es uno de los grandes atractivos del barrio. Allí podrás sentirte como Hugh Grant en una de las escenas más reconocibles del cine de los últimos años. Paséate por los puestos tarareando “Ain’t no sunshine when she’s gone” (las estaciones no irán cambiando, así que pierde un poco la gracia, pero bueno) o compra un bollo en una de las bonitas pastelerías de la calle y compite con tus amigos por él: el que tenga la vida más triste, se lo lleva.
De los 90 pasamos a la época victoriana, con Sherlock Holmes. A pesar de que se habían realizado numerosas adaptaciones anteriormente, Guy Ritchie decidió hace un par de años dar otra vuelta de tuerca al clásico literario de Conan Doyle. Para ello contó con Robert Downey Jr como Holmes y Jude Law como el doctor Watson. Y sí, salió una versión más moderna y el filme debió funcionar bien, ya que va a haber secuela (Sherlock Holmes: Juego de sombras), pero no deja de ser una película para pasar el rato. El domicilio del detective se encontraba en la ficción en el 221 de Baker Street (2). Durante años, llegaron cartas y cartas a esta dirección solicitando ayuda al personaje.
Y ya que este lugar se hizo tan popular, ¿por qué no sacar partido de ello? Así fue como surgió el “Sherlock Holmes museum”, que hace las delicias de los fans de Holmes por sólo 6 libras para los adultos y 4 para los niños. También dispone de una tienda, en la que se pueden adquirir objetos como la gorra del detective u ositos disfrazados de Holmes. Baker street está cerca de Oxford Street, la calle comercial más importante de la ciudad. Si estás cansado, te aseguro que te parecerá la calle más larga del mundo.
“Ha sido el primer lugar que se me ha venido a la cabeza”, decía Hermione después de llevar a Harry y Ron hasta Piccadilly Circus (3) en Harry Potter y las reliquias de la muerte, parte I (David Yates, 2010). En esta plaza es donde vemos una de las pocas escenas desarrolladas en la saga Harry Potter dentro del mundo muggle. Lo que da identidad a este lugar son los enormes paneles luminosos de publicidad y la estatua de Eros, alrededor de la cual la gente se amontona.
Pero si hay un sitio de Londres íntimamente relacionado con la saga, este es la estación de King’s Cross (4), de donde salía cada año el “Expreso de Hogwarts”. Para seguidores de Harry Potter y turistas en general se ha creado el espacio dedicado a la “Plataforma 9 y ¾”, a la que los magos tenían que acceder para coger el tren. Se trata de un muro atravesado parcialmente por un carrito portaequipajes, que se puede agarrar para hacerse una foto simulando que entras a la plataforma.
¿Cualquier persona, por poca educación que haya recibido, puede aprender a hablar correctamente y comportarse como alguien de la alta sociedad? Por lo que nos muestra la película My fair lady (George Cukor, 1964), sí se puede. El profesor Higgins (Rex Harrison) apostaba con su colega que podría cambiar a la vendedora de flores Eliza Doolittle (Audrey Hepburn) hasta convertirla en una auténtica dama, de tal forma que nadie se diese cuenta de su procedencia.
Eliza se encuentra con el profesor en el Covent Garden (5), su “lugar de trabajo” habitual, cuando este sale del teatro. Actualmente este teatro, el “Royal Opera House”, sigue en pie, aunque fue reconstruido. El Covent Garden es un lugar perfecto para pasear relajadamente, tomar un café (aviso: ten la cartera preparada), visitar sus puestos de artesanía o pasar un rato admirando las actuaciones callejeras
Hablando de forma general, podríamos decir que la mayoría de roles que ha realizado Hugh Grant se dividen en dos grandes bloques: el primero, los de hombre importante, con dinero y arrogante (al que después se le ablanda el corazón, por supuesto) y el segundo: de “pringao”. En “Love Actually” (Richard Curtis, 2003) le tocó un papel del primer grupo, e interpretó nada más y nada menos que al Primer ministro británico. Su historia es una de las muchas que la película (una de las pocas que sí merece el calificativo de “comedia romántica”) entrelaza.
En la película podemos ver cómo Grant entra en la residencia oficial de los Primeros ministros, situada en el número 10 de Downing Street (6). Si pensabas hacerte una foto frente a la puerta, vete olvidando, ya que no se permite el acceso a la calle (cortesía de Margaret Thatcher, por razones de seguridad). Así que la única vista que se puede tener es la que se ve en la imagen que acompaña a este párrafo.
La historia de cómo el rey Jorge VI de Inglaterra luchó contra su tartamudez se llevó de calle a los académicos de Hollywood. “El discurso del rey” (Tom Hooper, 2010) ganó cuatro Oscar en 2011: Mejor película, director, actor protagonista y guión original. La película, encabezada por un trío de ases (Colin Firth, Helena Bonham Carter y Geoffrey Rush) relata parte de la vida del que es padre de la actual reina de Inglaterra.
Es una historia de superación y amistad, en la que también se puede ver el enorme cambio que supuso la entrada de la radio en la vida cotidiana. Los discursos por este medio de comunicación tomaron un papel fundamental en el ámbito político. Uno de los más importantes que se ven en la película es el que George VI realizó en el Palacio de Buckingham (7), residencia de los monarcas británicos, tras la decisión de que Inglaterra iba a participar en la II Guerra Mundial. Aquí podemos ver escenas en las que el pueblo londinense abarrota los alrededores del Palacio de Buckingham. Normalmente los exteriores del edificio están más o menos igual de llenos, sobre todo a las horas del cambio de guardia. Si estás realizando una visita rápida a la ciudad, no merece la pena quedarse esperando para verlo.
Precisamente la coronación que aparece en la película “El príncipe y la corista” (Laurence Olivier, 1957) es la de Jorge V, padre del mencionado Jorge VI. Debido a esta coronación, miembros de la nobleza europea acuden a Londres. Este es el caso del príncipe regente de Carpatha, interpretado por Laurence Olivier (que también dirige el film, y se merece un gran “¿en qué estabas pensando?”). El regente se “encapricha” de una corista y la invita a cenar. La película narra qué pasa en esa cena y en las horas siguientes. Marilyn Monroe es dicha corista, y es la única razón para ver la película, que se hace bastante aburrida.
Ella protagoniza uno de los mejores momentos del largometraje, cuando en la coronación, realizada en la Abadía de Westminster (8), comienza a admirar los detalles del edificio, acompañada de la música, que nos ayuda a recordar ese ambiente de serenidad que se respira en los edificios religiosos. La Abadía es el lugar en el que se celebran tradicionalmente todas las coronaciones de los monarcas británicos, desde el siglo XI. Para visitarla por dentro es probable que te toque esperar cola, debido a la aglomeración de turistas.
¡Volarás, volarás, volarás! Y los alegres niños de la familia Darling (oh, sí, ese era su apellido) volaron junto a Peter Pan y Campanilla, siguiendo la segunda estrella a la derecha, y todo recto hasta el amanecer. Por el camino pararon en las agujas del Big Ben (9) (haciendo que se adelantase la hora, por cierto) y sobrevolaron también la Catedral de St. Paul y el Puente de la Torre. Esta escena es una de las más recordadas del clásico de Disney de 1953.
Símbolo por excelencia de la ciudad, el Big Ben (nombre por el que llamamos comúnmente a la torre del reloj, pero que en realidad se refiere a una de las campanas) es un sitio de foto obligada. Está situado en el impresionante Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico. Si todavía no has ido a Londres, un aviso: no, el Big Ben no es una gran torre. Es mejor concienciarse antes de llegar allí y poner cara de decepción… Y a quien ya lo haya visto y le haya decepcionado: sí, "sólo" es una torre de media altura con un reloj. ¿Qué esperabas?.
Quien piense que los musicales son pastelosos y alegres en exceso debería ver “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet” (Tim Burton, 2007), la macabra película que cuenta la leyenda de dicho personaje. Mientras que Johnny Depp iba cortando las cabezas de sus clientes, la “adorable” Mrs. Lovett (Helena Bonham Carter) ponía en práctica la ley más importante de la economía doméstica: no se tira nada, todo se puede aprovechar. La película también cuenta con la participación del gran Alan Rickman.
Según la leyenda, Todd tenía su barbería en la calle Fleet (10). Hoy en día esta calle presenta un aspecto menos tenebroso que el de la película (quizá gane puntos en los días de niebla), y está repleta de pubs. Si se pasea por ella se puede vislumbrar la Catedral de St. Paul, y también cerca de la calle se encuentra el edificio de los Reales Tribunales de Justicia.
Y para finalizar el recorrido cinematográfico, otro de los símbolos de la ciudad: St. Paul’s Cathedral (11). Esta catedral del siglo XVIII es la obra maestra del arquitecto Christopher Wren y posee una de las mayores cúpulas de Europa. El edificio aparece como uno de los protagonistas en la canción de la película “Mary Poppins” (Robert Stevenson, 1964) llamada “Feed the birds”.
Esta canción es cantada por Mary mientras sostiene en sus manos una bola de cristal que contiene una imagen de la catedral. La película también nos ofrece panorámicas de la ciudad con la llegada de la institutriz, volando con su paraguas. Aunque la dirección en la que residía la familia Banks era ficticia, el film protagonizado por Julie Andrews y Dick Van Dyke es uno de los que más se relacionan con la ciudad.
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