¡Ya estamos oficialmente en verano! Y con él llegan las rebajas, el calor (sí, aún más) y el tiempo libre. Para aprovecharlo, os presento dos propuestas del cine clásico de los 50 muy diferentes entre sí relacionadas con este periodo.
La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955)
Aunque no sea una de las mejores películas de Wilder es una comedia que tiene buenos momentos, más allá del famoso momento del vestido de Marilyn. El punto de partida es el inicio del verano, cuando las esposas e hijos de los hombres de la ciudad se van de vacaciones, dejando al marido solo en la ciudad y trabajando. En esta película, Tom Ewell interpreta a uno de esos maridos. Contento de quedarse solo en casa, descubre que una atractiva mujer (Monroe) ha alquilado el apartamento de arriba.
Las cosas, cuando ocurren en nuestra imaginación, se alejan considerablemente de la realidad. Wilder aprovecha esto para ironizar y hacer que nos riamos de nuestros delirios de grandeza ocasionales, nuestras paranoias y en general el comportamiento masculino cuando hay una mujer de por medio.
Lo mejor: los diálogos.
Lo peor: la desesperación que puede provocar el comportamiento del protagonista.
De repente, el último verano (Joseph L. Mankiewicz, 1959)
Esta película de suspense está basada en la novela homónima de Tennessee Williams. En el reparto destacan sobre todo Katharine Hepburn y Elizabeth Taylor, ambas nominadas al Oscar por este papel (aunque finalmente ninguna de las dos se llevara el premio). También aparece como uno de los protagonistas Montgomery Clift, al que también hemos visto en películas como “Yo confieso” o “De aquí a la eternidad”.
La señora Venable (Hepburn) ofrece una cuantiosa donación a la clínica en la que trabaja el doctor Cuckrowicz (Clift), a cambio de que operen a su sobrina Catherine (Taylor). Venable insiste en que el doctor le realice una lobotomía, ya que desde el shock que sufrió tras la muerte de su primo Sebastian en el verano, no ha vuelto a ser la misma. Sin embargo, el doctor duda si realmente Catherine necesita esa operación. El argumento se construye alrededor del misterioso (y ausente) personaje de Sebastian, hijo de la señora Venable y primo de Catherine, al que se halaga y atribuyen características casi divinas, como pasaba con el personaje de Kurtz en “El corazón de las tinieblas”, la novela de Joseph Conrad.
Lo mejor: las actrices protagonistas y la aparición de Hepburn en la película.
Lo peor: verla doblada y no escuchar las auténticas voces de los actores.