El béisbol, ese deporte que tanto gusta en los Estados Unidos y que aquí no acabamos de entender del todo. Probablemente, el conocimiento que tenemos la mayoría de nosotros del béisbol está forjado por todas las películas que hemos devorado en las cuales aparece este deporte. ¿Quién no ha visto alguna vez a ese niño que espera ansiosamente a que su padre venga a verle a un partido? Todo un clásico. La película "Moneyball: rompiendo las reglas", que se estrena hoy en los cines de España, es otra de estas películas que hablan de uno de los deportes estadounidenses por excelencia.
Dirigida por Bennett Miller, "Moneyball" está basada en una historia real, centrada en Billy Beane, el manager de los A's de Oakland. Para la nueva temporada, Beane decide poner en marcha un nuevo sistema de fichajes para reorganizar el equipo: no se dejará llevar por la fama de los jugadores ni por los grandes nombres, sino que buscará talentos ocultos o infravalorados. En vez de buscar a unos cuantos jugadores a los que se les considere como "los mejores", se basará en la búsqueda de un equipo que dé buenos resultados en su conjunto. Para ello, se ayuda de un método estadístico que determina el valor real de los jugadores.
En algunos medios se afirma que no hace falta ser un fan del béisbol para disfrutar de "Moneyball". Eso es cierto, pero también es verdad que es una película que se disfruta plenamente si se conoce algo de este mundo o, al menos, si se tiene pasión por el deporte. Evidentemente, esta película llegará más al público estadounidense y a los seguidores del béisbol. Los hechos se sitúan en un período muy reciente (2001) y el film está lleno de momentos basados en charlas sobre las virtudes de ciertos deportistas, su juego, relaciones con otros equipos... con lo que alguien que sea ajeno totalmente a este mundo puede sentirse despistado en algún momento.
Sin embargo, como ocurre con todas las películas, "Moneyball" está basada en valores universales, lo que hace que podamos seguir el film y meternos en él. Puede que no conozcamos los nombres de David Justice, Scott Hatteberg o Art Howe, pero sí conocemos lo que es la pasión por el deporte, el riesgo, el fracaso, la frustración y la constancia. Y precisamente por esto, la obra de Miller está abierta para todos públicos.
Uno de los elementos de la película que harán que todo tipo de espectadores acudan a verla tiene nombre propio: Brad Pitt, que realiza el papel del manager. Está claro que es un intérprete que puede hacer maravillas: atrae a miles de personas amantes del cine comercial a las salas de "El árbol de la vida", convierte (casi) todo lo que toca en película nominada en las galas de premios... Pitt es un estupendo actor cuyo talento interpretativo queda parcialmente oculto -no para todas las personas, obviamente- tras su eterna imagen de rompecorazones, al igual que su amigo Clooney. En "Moneyball" es omnipresente, el protagonista absoluto, como se puede entrever en el póster promocional. Jonah Hill y Philip Seymour Hoffman (este último en menor medida) le acompañan. Brad Pitt y Jonah Hill han sido nominados a los Oscar de este año por sus interpretaciones, aunque con toda probabilidad se irán con las manos vacías. Lo mismo ocurrirá en su candidatura como Mejor película. Además, tiene otras tres nominaciones (Sonido, montaje, guión adaptado).
Precisamente, lo mejor de la película es esto último, su guión, una adaptación de la novela "Moneyball: El arte de ganar un juego injusto", de Michael Lewis. Se nota la presencia de Aaron Sorkin, quien también firmó el guión de "La red social", ya que los aires del film recuerdan ligeramente a la historia del creador de Facebook. El otro autor del libreto es Steven Zaillian, guionista de películas tan reconocidas como "La lista de Schindler" y "American Gangster".
"Moneyball" es un ejercicio interesante para analizar los entresijos del deporte (en general, ya no sólo el béisbol) y el concepto de ganadores y perdedores, dejándonos una reflexión sobre el riesgo y sus consecuencias. Que nadie se espere la típica película yanqui de béisbol, porque este largometraje va más allá. Aún así, tratar con solemnidad y como una cuestión trascendental un deporte puede despertar indiferencia a más de uno, con lo que el mensaje perderá su brillo. De esta forma, "Moneyball" encuentra su peor enemigo en los momentos finales, en los que podemos llegar a preguntarnos: ¿Y a mí, qué?