Sus comienzos
Su debut cinematográfico fue por la puerta grande, con la
adaptación de Joe Wright de la novela Orgullo
y prejuicio, de Jane Austen. El director buscaba rostros desconocidos que
interpretaran a las hermanas de la protagonista y Mulligan, que contaba entonces
con 19 años, consiguió hacerse con el rol de Kitty. Fue en el rodaje de esta
película donde conoció a Keira Knightley, con la que inició una amistad que
continúa hasta la fecha. Ambas actrices volvieron a coincidir en la gran
pantalla con Nunca me abandones, un
film de ciencia ficción dirigido por Mark Romanek en el que formaban un
triángulo amoroso junto con Andrew Garfield.
Después de Orgullo y
prejuicio, la carrera de Mulligan se centró en el terreno televisivo. De
esta etapa podemos destacar su trabajo en la tv-movie La abadía de Northanger, que supuso su reencuentro con la obra de
Jane Austen, y su colaboración en series como Doctor Who, Casa desolada
o Caso cerrado. Su primer papel de
peso en el cine fue con la película El
mejor, en la que compartía escenario con dos estrellas de renombre: Susan
Sarandon y Pierce Brosnan. Pero la película que cambiaría la vida de la actriz
estaba a la vuelta de la esquina…
An education, el gran salto
Basada en las memorias de la periodista Lynn Barber y
ambientada en los años 60, An education
narraba la historia de una adolescente que, mientras se prepara para ir a la
universidad de Oxford, conoce a un hombre mayor que ella, del que se enamora y
con el que descubre un mundo lleno de posibilidades que hasta entonces no podía
ni imaginar. Interpretar a la protagonista de esta película dirigida por Lone
Scherfig supuso un antes y un después en su carrera cinematográfica. La
repercusión de su primer papel como protagonista fue tal que ganó el BAFTA a la
Mejor actriz e incluso recibió una nominación para el Oscar, que finalmente
acabaría llevándose Sandra Bullock.
A pesar de la derrota, los ojos de Hollywood ya estaban
puestos en ella, y con esto, el peso de la fama. Algo que la actriz nunca ha
llevado muy bien: “No quiero la presión del éxito sobre mis hombros”, confesó
Mulligan en la revista Interview.
“Sólo quiero hacer papeles interesantes. En realidad, creo que es muy difícil
obtener un rol femenino interesante como protagonista de una película”. Tras An education, vino el estreno de
largometrajes más comerciales en los que la actriz realizaba pequeños papeles
de reparto: Enemigos públicos, Brothers y Wall Street 2: El dinero nunca duerme. Trabajos que, aunque vieron
la luz con posteridad, habían sido ofrecidos a Mulligan mucho antes del boom que vivió tras el éxito del film de
Scherfig.
2011, su año
Uno de los
puntos fuertes de Carey Mulligan es su buen ojo a la hora de escoger guiones. Y
si hay dos proyectos que lo confirman, estos son Drive y Shame, las
películas que la convirtieron en la nueva musa del cine independiente y que
hicieron que el 2011 se convirtiera en su año. Todo ello con la compañía de sus
compañeros de rodaje, Ryan Gosling y Michael Fassbender, respectivamente.
Con Drive, Mulligan se convertía en la
princesa del particular cuento de hadas de Nicolas Winding Refn. La película, salpicada
por grandes dosis de violencia, se convirtió en un film de culto de manera casi
instantánea. Debido a sus pocos diálogos, Drive
constituía un reto interpretativo para cualquier actor. Mulligan llegó a
resumir el rodaje de la película diciendo que básicamente consistió en “mirar
fijamente a Ryan Gosling durante horas cada día”.
Por otro
lado, en Shame fue la hermana en la
ficción de Michael Fassbender. Este retrato de un adicto al sexo, firmado por
Steve McQueen, concedió a Mulligan la oportunidad de brillar con luz propia en
una de sus escenas más memorables. En ella, la actriz interpretaba el tema New York, New York, bajo la atenta
mirada de Fassbender y de otro de los actores del film, James Badge Dale. La
secuencia se grabó a tiempo real, y las reacciones de los personajes que se ven
en la pantalla fueron totalmente espontáneas, incluyendo las lágrimas de que se
le escapaban a Fassbender.
El Gran Gatsby, el retorno a los flashes
Ahora, con su papel de Daisy en El Gran Gatsby, vuelve al cine más comercial, con la mayor
producción en la que jamás ha trabajado. El siempre excéntrico director Baz
Luhrmann ha realizado una adaptación de la novela de Scott Fitzgerald utilizando
el barroquismo al que nos tiene acostumbrados, reflejando así el exceso de las
fiestas del protagonista, Jay Gatsby, interpretado en esta ocasión por Leonardo
DiCaprio.
Para preparar el personaje de Daisy, el gran amor de Gatsby, Mulligan
recibió la ayuda de Luhrmann. Este le proporcionó libros sobre la mujer del
escritor, Zelda Fitzgerald, que fueron la materia prima con la que trabajó para
construir el papel, ya que la Daisy original estuvo inspirada en Zelda, así
como en Ginevra King. Descartadas quedaron las revisiones de las adaptaciones
previas de El Gran Gatsby, sobre todo
la de 1974, para evitar que inconscientemente copiara rasgos de la Daisy de Mia
Farrow.
Su trabajo en la película ha hecho que vuelva a las grandes
giras de promoción, a las premieres y
a la constante atención de la prensa. Es decir, a todo de lo que había
intentado alejarse tras el estreno de An
education. Y es que, a pesar del tiempo que ha pasado desde su debut,
Mulligan conserva parte de su timidez inicial, y sigue rehuyendo los focos y el
verse a sí misma en la gran pantalla.
Próxima parada: los
hermanos Coen
Dentro de poco podremos verla en lo nuevo de los
hermanos Coen, Inside Llewyn Davis, que
obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de este año. La
película sigue los pasos de un cantante de folk en los años 60 y cuenta con la
presencia de Justin Timberlake y Oscar Isaac. Aunque ya tiene distribuidora en
nuestro país, aún no hay una fecha de estreno.
Además, la actriz tiene confirmados otros dos
proyectos que vuelven a demostrar su facilidad para desplazarse entre lo comercial
y lo independiente: protagonizará junto a Robert Pattinson la película Hold on to me, de James Marsh, y también
estará en Far from the Maddening Crowd,
el próximo trabajo de Thomas Vinterberg. Está visto que, a sus 28 años, a
Mulligan todavía le queda mucho que ofrecer.
Publicado en: www.puntoencuentrocomplutense.es