26 de mayo de 2013

Carey Mulligan, el perfecto equilibrio

Carey Mulligan vuelve a estar en el punto de mira, esta vez por su papel de Daisy Buchanan en El Gran Gatsby. Tímida y de aspecto frágil, esta actriz británica es el ejemplo ideal de cómo moverse con el mismo acierto entre las grandes producciones y las películas independientes. A pesar de su juventud, Mulligan ha sabido ir construyendo una sólida trayectoria en el cine, gracias a la cual ha conseguido rozar el Oscar y con la que se ha ganado el aplauso de la crítica. Incluso la revista Variety llegó a decir de ella que era “la nueva Audrey Hepburn”. Este ha sido su camino hacia el éxito.



Sus comienzos
Su debut cinematográfico fue por la puerta grande, con la adaptación de Joe Wright de la novela Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. El director buscaba rostros desconocidos que interpretaran a las hermanas de la protagonista y Mulligan, que contaba entonces con 19 años, consiguió hacerse con el rol de Kitty. Fue en el rodaje de esta película donde conoció a Keira Knightley, con la que inició una amistad que continúa hasta la fecha. Ambas actrices volvieron a coincidir en la gran pantalla con Nunca me abandones, un film de ciencia ficción dirigido por Mark Romanek en el que formaban un triángulo amoroso junto con Andrew Garfield.
Después de Orgullo y prejuicio, la carrera de Mulligan se centró en el terreno televisivo. De esta etapa podemos destacar su trabajo en la tv-movie La abadía de Northanger, que supuso su reencuentro con la obra de Jane Austen, y su colaboración en series como Doctor Who, Casa desolada o Caso cerrado. Su primer papel de peso en el cine fue con la película El mejor, en la que compartía escenario con dos estrellas de renombre: Susan Sarandon y Pierce Brosnan. Pero la película que cambiaría la vida de la actriz estaba a la vuelta de la esquina…

An education, el gran salto
Basada en las memorias de la periodista Lynn Barber y ambientada en los años 60, An education narraba la historia de una adolescente que, mientras se prepara para ir a la universidad de Oxford, conoce a un hombre mayor que ella, del que se enamora y con el que descubre un mundo lleno de posibilidades que hasta entonces no podía ni imaginar. Interpretar a la protagonista de esta película dirigida por Lone Scherfig supuso un antes y un después en su carrera cinematográfica. La repercusión de su primer papel como protagonista fue tal que ganó el BAFTA a la Mejor actriz e incluso recibió una nominación para el Oscar, que finalmente acabaría llevándose Sandra Bullock.

A pesar de la derrota, los ojos de Hollywood ya estaban puestos en ella, y con esto, el peso de la fama. Algo que la actriz nunca ha llevado muy bien: “No quiero la presión del éxito sobre mis hombros”, confesó Mulligan en la revista Interview. “Sólo quiero hacer papeles interesantes. En realidad, creo que es muy difícil obtener un rol femenino interesante como protagonista de una película”. Tras An education, vino el estreno de largometrajes más comerciales en los que la actriz realizaba pequeños papeles de reparto: Enemigos públicos, Brothers y Wall Street 2: El dinero nunca duerme. Trabajos que, aunque vieron la luz con posteridad, habían sido ofrecidos a Mulligan mucho antes del boom que vivió tras el éxito del film de Scherfig.   

2011, su año
Uno de los puntos fuertes de Carey Mulligan es su buen ojo a la hora de escoger guiones. Y si hay dos proyectos que lo confirman, estos son Drive y Shame, las películas que la convirtieron en la nueva musa del cine independiente y que hicieron que el 2011 se convirtiera en su año. Todo ello con la compañía de sus compañeros de rodaje, Ryan Gosling y Michael Fassbender, respectivamente.

Con Drive, Mulligan se convertía en la princesa del particular cuento de hadas de Nicolas Winding Refn. La película, salpicada por grandes dosis de violencia, se convirtió en un film de culto de manera casi instantánea. Debido a sus pocos diálogos, Drive constituía un reto interpretativo para cualquier actor. Mulligan llegó a resumir el rodaje de la película diciendo que básicamente consistió en “mirar fijamente a Ryan Gosling durante horas cada día”.

Por otro lado, en Shame fue la hermana en la ficción de Michael Fassbender. Este retrato de un adicto al sexo, firmado por Steve McQueen, concedió a Mulligan la oportunidad de brillar con luz propia en una de sus escenas más memorables. En ella, la actriz interpretaba el tema New York, New York, bajo la atenta mirada de Fassbender y de otro de los actores del film, James Badge Dale. La secuencia se grabó a tiempo real, y las reacciones de los personajes que se ven en la pantalla fueron totalmente espontáneas, incluyendo las lágrimas de que se le escapaban a Fassbender.

El Gran Gatsby, el retorno a los flashes
Ahora, con su papel de Daisy en El Gran Gatsby, vuelve al cine más comercial, con la mayor producción en la que jamás ha trabajado. El siempre excéntrico director Baz Luhrmann ha realizado una adaptación de la novela de Scott Fitzgerald utilizando el barroquismo al que nos tiene acostumbrados, reflejando así el exceso de las fiestas del protagonista, Jay Gatsby, interpretado en esta ocasión por Leonardo DiCaprio.

Para preparar el personaje de Daisy, el gran amor de Gatsby, Mulligan recibió la ayuda de Luhrmann. Este le proporcionó libros sobre la mujer del escritor, Zelda Fitzgerald, que fueron la materia prima con la que trabajó para construir el papel, ya que la Daisy original estuvo inspirada en Zelda, así como en Ginevra King. Descartadas quedaron las revisiones de las adaptaciones previas de El Gran Gatsby, sobre todo la de 1974, para evitar que inconscientemente copiara rasgos de la Daisy de Mia Farrow.

Su trabajo en la película ha hecho que vuelva a las grandes giras de promoción, a las premieres y a la constante atención de la prensa. Es decir, a todo de lo que había intentado alejarse tras el estreno de An education. Y es que, a pesar del tiempo que ha pasado desde su debut, Mulligan conserva parte de su timidez inicial, y sigue rehuyendo los focos y el verse a sí misma en la gran pantalla.

Próxima parada: los hermanos Coen
Dentro de poco podremos verla en lo nuevo de los hermanos Coen, Inside Llewyn Davis, que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de este año. La película sigue los pasos de un cantante de folk en los años 60 y cuenta con la presencia de Justin Timberlake y Oscar Isaac. Aunque ya tiene distribuidora en nuestro país, aún no hay una fecha de estreno.

Además, la actriz tiene confirmados otros dos proyectos que vuelven a demostrar su facilidad para desplazarse entre lo comercial y lo independiente: protagonizará junto a Robert Pattinson la película Hold on to me, de James Marsh, y también estará en Far from the Maddening Crowd, el próximo trabajo de Thomas Vinterberg. Está visto que, a sus 28 años, a Mulligan todavía le queda mucho que ofrecer.

Publicado en: www.puntoencuentrocomplutense.es