12 de mayo de 2013

Salvador Dalí y el cine

Considerado como uno de los grandes genios del siglo XX, Salvador Dalí tuvo una prolífica vida artística, en la que también tuvo cabida el cine. El maestro del Surrealismo mantuvo una estrecha relación con el séptimo arte, por el que tenía un gran interés. Coincidiendo con la exposición del artista que el Museo Reina Sofía acoge entre sus muros hasta el 2 de septiembre, hacemos un repaso por las incursiones más destacadas de Dalí en el cine, a través de las cuales llegó a codearse con figuras de la talla de los Hermanos Marx, Walt Disney o Alfred Hitchcock.




Su primer acercamiento al cine se produjo con su amigo Luis Buñuel, con quien escribiría el guión del cortometraje Un perro andaluz en 1929 y al año siguiente, el de la película La edad de oro. Pieza clave del Surrealismo, Un perro andaluz es el reflejo de las fantasías oníricas de los dos artistas. Buñuel explicaba así cómo surgió la idea del proyecto: “Esta película nació de la confluencia de dos sueños. Dalí me invitó a pasar unos días en su casa, y al llegar a Figueras yo le conté un sueño que había tenido poco antes en el que una nube desflecada cortaba la luna y una cuchilla de afeitar hendía un ojo. Él, a su vez, me contó que la noche anterior había visto en sueños una mano llena de hormigas”. La crítica a la burguesía y a la moral católica, que después serían una constante en la filmografía de Buñuel, ya se daban en este trabajo, en el que el propio Dalí aparecía brevemente interpretando a un marista. La edad de oro, ópera prima del cineasta como director de largometrajes, constituyó una continuación del trabajo de Un perro andaluz. La transgresora película, una en las que Buñuel pudo trabajar con más libertad, fue censurada en Francia, y no se pudo ver durante medio siglo. Poco después de estas obras, la amistad entre ambos se rompió, por la que ya no volverían a trabajar juntos.

Otra relación de amistad que marcó la vida de Dalí, menos conocida que la que mantuvo con Buñuel, fue la que entabló con Harpo, uno de los Hermanos Marx. De esta relación nació el libreto de Giraffes on Horseback Salad, que Dalí escribió para ellos, animado por André Bretón. No obstante, la película nunca se llegó a producir. Algunas fuentes afirman que el estudio MGM, con quien trabajaban los Hermanos Marx, fue quien la rechazó, mientras que otras versiones de la historia cuentan que fue Groucho Marx el que se negaba a realizarla, por no considerarla lo suficientemente divertida. 

Giraffes on Horseback Salad no fue el único proyecto de Dalí en el séptimo arte que acabó de forma frustrada. En este aspecto, el más destacado fue la película Destino, que supuso la colaboración entre el artista y Walt Disney. La idea original era realizar una obra que repitiese la misma fórmula de Fantasía (crear un largometraje compuesto de varias piezas breves), y que diese un impulso al estudio después de la Segunda Guerra Mundial. Dalí y Disney se conocieron en 1945 y comenzaron a trabajar juntos un año después. El elevado número de bocetos y dibujos que Dalí realizó para su fragmento, que inicialmente duraría unos 6 minutos, se convirtieron en papel mojado cuando se suspendió el proyecto. Para entonces, sólo se habían completado unos 15 segundos del corto. Afortunadamente, su trabajo sería completado años después, cuando el sobrino de Walt Disney, animado por la producción de Fantasía 2000, decidió resucitar Destino. El cortometraje, que finalmente fue estrenado en el año 2003, llegó a recibir una nominación en los Premios Oscar.

Tampoco tuvo suerte en su participación como actor en Dune, la adaptación cinematográfica de la novela de Frank Herbert que planeaba Alejandro Jodorowsky. Inicialmente, a Dalí le ofrecieron el rol de Emperador de la Galaxia, pero más tarde su protagonismo se redujo drásticamente, debido al elevado sueldo que el artista exigía (su ambición era el ser el “actor más caro de la historia”). La producción de la película acabaría por ser anulada, y años más tarde fue David Lynch quien la llevó a la gran pantalla.  

Uno de los mayores reconocimientos del trabajo de Dalí en el cine llegaría de la mano de Alfred Hitchcock. El maestro del suspense quiso contar con él en su película Recuerda, estrenada en 1945 y protagonizada por Gregory Peck e Ingrid Bergman. Centrado en el psicoanálisis, el largometraje tenía todo lo necesario para dar rienda suelta a la imaginación de Dalí, que tenía por encargo planificar una secuencia que relatase el sueño del protagonista. En la realización de esta secuencia hubo varios problemas: la ambición de Dalí en ocasiones sobrepasaba los medios del estudio, hubo que volver a filmar varias tomas y finalmente, su excesiva duración hizo que varios fragmentos tuvieran que ser recortados, como uno en el que Ingrid Bergman se convertía en una estatua griega.

A pesar de las dificultades que entrañó su preparación, el resultado final fue todo un éxito, y confirmó que la intuición de Hitchcock fue acertada. El director había pensado en Dalí desde el primer momento porque pensaba que era el indicado para evitar los clichés que normalmente se dan en el cine a la hora de hablar de los sueños. Atraído por el estilo de sus pinturas, le escogió porque su arte era el ejemplo de “cómo los sueños deberían ser”. Una intuición que iba más allá del pensamiento del productor David O. Selznick, que creía que la contratación de Dalí se debía a un planteamiento exclusivamente comercial. Dalí volvería a repetir la experiencia de diseñar secuencias oníricas gracias a la película El padre de la novia, de Vicente Minnelli. En esta ocasión, el objetivo era planificar un sueño que protagonizaría Spencer Tracy. También colaboró en el departamento artístico del film Marea de luna, película que iba a ser dirigida por Fritz Lang, hasta que fue sustituido por Archie Mayo.

Las aportaciones de Dalí al séptimo arte, a menudo no reconocidas, nos muestran una faceta diferente del artista, muchas veces limitado al terreno de la pintura. Además de la participación en las películas mencionadas, Dalí también se movió por el campo teórico, con la publicación del artículo “Film arte, film antiartístico”. Incluso, con el tiempo, él mismo llegaría a ser un personaje más en el mundo de la ficción. Uno de los ejemplos más recientes lo tenemos en Midnight in Paris, de Woody Allen, en la que Adrien Brody fue el encargado de darle vida. A pesar de sus experiencias fallidas, la contribución y la influencia de Dalí en el cine son innegables, e imprescindible a la hora de valorar su obra.

Publicado en: www.puntoencuentrocomplutense.es