Lo que más sorprende de la película son dos cosas: 1) Es una comedia. Este punto no sería tan relevante si no fuera por el siguiente: 2) Cuenta la historia de un grupo de musulmanes radicales. Asombra ver cómo Morris se ha atrevido a crear un film así, teniendo en cuenta que hoy en día vivimos en un mundo, en ocasiones, demasiado políticamente correcto. El terrorismo es un tema espinoso (y más el terrorismo islámico), y por ello puede que muchas personas tengan prejuicios antes de ver el largometraje. Sin embargo, las bromas están estratégicamente diseñadas de tal forma que no ofenden a las víctimas de los atentados, ni mucho menos. De lo que te ríes en la película es de la estupidez de los protagonistas y de su torpeza.
El reparto está encabezado por Kayvan Novak (Waj), Nigel Lindsay (Barry) y Riz Ahmed (Omar), nombres desconocidos en nuestro país. Los planos están tomados cámara en mano durante toda la película, lo que hace que nos acerquemos más al relato (y sumado a la velocidad con la que en ocasiones se pasa de un plano a otro, también puede marearnos un poco). Aunque sea una comedia tiene momentos que ponen los pelos de punta, sobre todo aquellos en los que aparece la mujer del protagonista, interpretada por Preeya Kalidas y su hijo. Junto a estos encontramos otros momentos en los que, francamente, no sabes si reír o llorar, ya que la línea que separa comedia y tragedia en la historia está muy difuminada.
La película se ha llevado una gran cantidad de nominaciones y premios cinematográficos. Entre estos últimos destacan el premio BAFTA a Morris como "Mejor director", el premio de "Mejor comedia" en los British Comedy Awards y el premio al "Mejor guión original" de los San Diego Film Critics Society Awards.
Sin duda una película única en su género. Y como dijo Javier Ocaña en su crítica en el diario El País, al final sólo nos queda preguntarnos una cosa: "Si tanto me he carcajeado, ¿por qué ahora estoy herido por dentro?".
